En los Arribes del Duero nos introducimos en un profundo cañón de paredes graníticas, el más extenso de la península ibérica y por el que durante más de ciento veinte kilómetros discurre encajonado el río Duero, siendo frontera natural entre España y Portugal y conocida como la “Raya húmeda”.
El Parque Natural Arribes del Duero se ubica al oeste de las provincias de Zamora y de Salamanca, mientras que en la parte portuguesa se encuentra el Parque Natural do Douro Internacional, estando integrados ambos parques naturales en la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Meseta Ibérica.

Los márgenes escarpados del profundo valle del río Duero forman monumentales desfiladeros de gran espectacularidad que se pueden disfrutar en todo su esplendor a través de los múltiples miradores situados a ambos márgenes del río.

Debido a los grandes desniveles orográficos y al alto caudal del Duero se trata de una zona de gran potencial hidroeléctrico. Es por este motivo por lo que nos encontramos en nuestra ruta con una amplia red de presas, tres lusas y cuatro españolas, conocidas como Saltos del Duero.

Debemos recordar que estamos en tierras de frontera y de contrabandistas. Durante siglos el tráfico ilícito de mercancías se convirtió en una forma de vida y el principal medio de subsistencia de la zona. Un peligroso juego entre perseguidores y perseguidos a través de un territorio agreste de cañones, peñascos y vaguadas que forman los arribes.

El momento álgido del contrabando, con el estraperlo de mercancías, tiene lugar a partir de la Guerra Civil española, convirtiendo los Arribes del Duero en la “despensa” de España. A la luz de la luna o en la oscuridad de la noche, los contrabandistas procedentes de la ribera portuguesa vadeaban el Duero o lo atravesaban colgados en cuerdas, transportando su preciada mercancía, para a continuación, trepar por las escarpadas laderas del lado español con el fin de mercadear con su valiosa carga.
Nuestro centro de operaciones lo establecemos en pleno Parque Natural, concretamente en la confluencia del río Huebra con el Duero, a escasa distancia del Salto de Saucelle.

La Posada de la Quinta de la Concepción es un encantador establecimiento hotelero que nos ofrece unas espectaculares vistas al Duero y a los viñedos de la vecina Portugal. Sus cuidados espacios exteriores e interiores, así como el excelente trato dispensado por sus propietarios, hacen que sea el lugar idóneo para disfrutar de los Arribes.


Iniciamos la ruta motorista deteniéndonos en diferentes miradores a ambos lados de la frontera y, como no podía ser de otra manera, nuestra primera parada será en el mirador del Contrabando en Hinojosa del Duero.

Enseguida nos dirigimos a Portugal, cruzando la frontera que forma el río Águeda, situada apenas a un centenar de metros antes de desembocar en el Duero, el cual cruzamos ya en la población portuguesa de Barca de Alba.

Empezamos el tramo luso remontando el río Duero a través del denominado en ambientes motociclistas como el Portugal TT, una divertidísima y curvilínea carretera que bordea el río a nuestra derecha y con múltiples plantaciones de vides pertenecientes a pequeñas bodegas a los pies de grandes formaciones rocosas a nuestra izquierda.
Y precisamente ascenderemos a la cima de la rocosa montaña para detenernos en el mirador Penedo Durão, el más famoso del Parque Natural do Douro Internacional. Este mirador nos ofrece unas impresionantes vistas sobre el río Duero desde sus 550 metros de altitud, permitiéndonos vislumbrar el Salto de Saucelle y nuestro centro de operaciones, la Quinta de la Concepción.


Continuamos en dirección norte por territorio portugués en busca del mirador de la Cruziña, que nos presenta unas magníficas vistas del meandro del Duero y el poblado español del Salto de Aldeadávila, que visitaremos posteriormente por la tarde.


Tras recorrer ciento veinte kilómetros por carreteras lusas volvemos a España a través del Salto de Bemposta y su característica y chillona presa amarilla.



Tras la pertinente parada, enseguida llegamos a la zamorana villa de Fermoselle, denominada como capital de los arribes y balcón del Duero, y declarada Conjunto Histórico Artístico. Nos introducimos por el trazado medieval de sus empinadas calles empedradas hasta llegar a la porticada Plaza Mayor. Se trata de una villa con mucha historia, pues además de cobijar el castillo de doña Urraca, aquí se comenzó a liderar el movimiento comunero castellano en el siglo XVI.



Además, cuenta con un microclima que permite el cultivo de la cepa Juan García que es la variedad de uva de la Denominación de Origen Arribes y la propia villa está totalmente horadada por bodegas, por lo que también se conoce a Fermoselle como “el pueblo de las 1.000 bodegas”.



En dirección al revirado y estrecho puerto de La Cicutina vamos en busca de los arribes del río Tormes, cruzando el mismo por el puente de San Lorenzo que marca la separación de los arribes zamoranos de las arribes salmantinas (en Zamora se denominan en masculino y en Salamanca en femenino), y que se encuentra muy cercano a su desembocadura en el Duero en el punto conocido como Ambasaguas.

Ya estamos en la provincia de Salamanca en dirección a Aldeadávila de la Ribera, llamada el “corazón de las Arribes” por el ilustre D. Miguel de Unamuno, y donde nos encontramos con los mejores miradores de la parte española.
Los miradores de Rupurupay, Lastrón, Picón de Felipe, del Fraile o el propio mirador de la presa del Salto de Aldeadávila nos van a ofrecer unas impresionantes vistas panorámicas del cañón del río Duero.





Con estas bellas imágenes grabadas en nuestras retinas, reemprendemos la marcha por la dehesa charra hacía Saucelle y posteriormente al Salto de Saucelle por una descendente carretera panorámica que nos ofrece de nuevo unas impresionantes vistas del Duero desde nuestras motocicletas.


Llegados a la presa apenas tenemos un par de kilómetros hasta llegar al punto final de la ruta del primer día, que no es otro que la Quinta de la Concepción, donde nos espera en sus jardines el merecido descanso y pertinente refrigerio previo a la cena. Durante la misma comentaremos todos los pormenores y disfrutes de la impresionante ruta motorista que hemos realizado.




Por supuesto la gastronomía ha de ser una perfecta aliada de la ruta, en especial el bacalao cocinado de diferentes maneras y maridado con el magnífico vino tinto D.O. Arribes.




Iniciamos el segundo día con un riquísimo desayuno en la propia posada y nos despedimos de sus propietarios agradeciendo el excelente trato recibido y utilizando la famosa frase del general MacArthur “Me voy, pero volveré”.
Deshacemos los últimos kilómetros de la jornada anterior yendo dirección a Saucelle, lo que nos permite despedirnos del rio Duero y continuar nuestra ruta por el Parque Natural Arribes del Duero.
Acometemos el estrecho y precioso trazado del puerto de la Molinera donde cruzaremos el río Huebra, que precisamente desemboca apenas unos kilómetros después en el Duero, a los pies de la Quinta de la Concepción.

Nuestro destino y punto final de la ruta por las Arribes del Duero es la villa de San Felices de los Gallegos, también declarada Conjunto Histórico Artístico y que como su nombre indica, sus primeros pobladores fueron de origen gallego.


Codiciada población por su situación estratégica fronteriza destaca su castillo, vestigio de las disputas entre España y Portugal por el dominio de este territorio durante siglos.
Levantado en el siglo XIII por el rey portugués Don Dinis, tiene un carácter de palacio fortaleza y cuenta con una bien conservada torre del homenaje, siendo durante la Guerra de la Independencia cuartel de las tropas napoleónicas.


Finaliza aquí nuestro recorrido por las Arribes del Duero, dos provincias y dos países unidos por los cañones más profundos y extensos de toda la Península Ibérica; un espacio natural privilegiado en el que destaca la belleza de su agreste paisaje y que lo convierte en una ruta indispensable para hacer con nuestras motocicletas disfrutando de cada uno de sus rincones.


Deja una respuesta