Cuando uno piensa en las carreteras moteras de la Comunidad de Madrid, enseguida surge el nombre del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y sus famosos puertos (Navacerrada, Cotos, Morcuera, Canencia…); pero al ser un lugar muy turístico aglutina un gran tráfico de automóviles, ciclistas, senderistas y motoristas, lo que impide disfrutar con fluidez, durante los fines de semana, de las bonitas carreteras y paisajes que nos ofrece.
Sin embargo sí que existe una sierra en Madrid que todavía escapa a esa masificación, se trata de la Sierra del Rincón, popularmente conocida como la sierra pobre de Madrid.
Situada al norte de la Comunidad y lindando con las provincias de Guadalajara y Segovia, fue declarada Reserva de la Biosfera y está escasamente masificada tanto a nivel de densidad de población residente como de turistas; y eso hace que se trate, entre otros motivos, de mi zona preferida para rodar en moto en la Comunidad de Madrid.
El punto de partida de la ruta será la villa de Torrelaguna, situada a escasos 60 kilómetros de la capital; a la que accedemos a través de la A1 con la más que recomendable opción de hacer previamente el famoso tramo de rallyes de El Vellón para ir calentando ruedas, moto y piloto y que nos deja justo a escasos metros de nuestro lugar de inicio de la ruta.

Pincho de tortilla y café en la terraza de Antigua Casa Patata y nos ponemos en marcha hacia Patones; siempre tenemos la posibilidad de visitar el precioso y turístico Patones de Arriba desviandonos apenas un par de kilómetros de la ruta prevista.
Si no lo conoces, no tienes excusa alguna para no visitarlo, se trata de un pueblo medieval declarado Bien de Interés Cultural que destaca por su arquitectura de pizarra negra y cuya principal característica histórica fue que tuvo rey hasta mitad del siglo XVIII, el conocido Rey de Patones.
Seguimos hasta el Ponton de la Oliva para comenzar la ascensión hacia el Atazar, entrando de lleno en el tramo con los 20 kilómetros más motero de la Comunidad de Madrid; donde nos cruzaremos con todo tipo de motos y motociclistas de cualquier condición.


Imprescindible hacer parada en el mirador sobre la majestuosa presa del Atazar y el embalse del mismo nombre; continuamos por tramo de curvas y más curvas enlazadas que junto al buen asfalto hace las delicias de los moteros madrileños.
Atravesamos El Berrueco para dirigirnos a un nuevo embalse, el de El Villar, cuya presa es la más antigua de la Comunidad de Madrid; y segunda parada del día para admirar sin prisa alguna unas preciosas vistas a la garganta.


Se reemprende la marcha hacia Robledillo de Jara para tomar justo a la entrada del pueblo el desvío a la M130, que es la carretera motera que más me gusta de toda la Comunidad.
Esta carretera debemos dividirla en dos partes bien diferenciadas, hasta llegar al pueblo de Puebla de la Sierra y desde aquí hasta la cima del puerto del mismo nombre.
Vamos con ello; hasta Robledillo de la Jara hemos llegado por una buena carretera y perfecto asfalto pero en el momento de desviarnos a la M130 comenzamos con un fuerte ascenso por una carretera estrecha, con aparentemente buen asfalto pero con terribles baches en forma de ondulaciones; si quieres saber probar una moto para saber como va de suspensiones, esta carretera es la ideal.
Una vez superado el primer repecho nos introducimos en lo más profundo de la sierra del Rincón, primero por un pinar y después por un precioso barranco con escarpadas paredes de pizarra y siempre con unas increíbles vistas serranas.


Llegamos al mirador de los Buitres que como su propio nombre indica nos permite disfrutar visualmente del elegante planeo de estos carroñeros; la bajada hasta Puebla de la Sierra la haremos por el interior de un robledal por una muy sinuosa carretera que mejora en el estado de su asfalto.
Atravesando el coqueto pueblo a través de su estrecha calle principal llegamos a la presumida plaza mayor; a la salida del núcleo urbano y al borde de la carretera nos encontramos el parque escultórico al aire libre compuesto por 35 piezas.



Iniciamos la segunda parte de la M130 para ascender la sierra del Lobosillo a través del puerto de la Puebla, al que también se le conoce como el “Stelvio madrileño” por la sucesión de paellas en la parte final del mismo para alcanzar la cima situada a 1.636 metros, con diferencia el puerto de montaña más alto de la zona.
En la cima del puerto disponemos de un amplio parking donde estacionar las motos y su doble mirador nos permite tener la mejor vista panorámica de la Sierra del Rincón, tanto de su vertiente sur como de la norte.




A mitad de bajada del puerto tomamos el desvío para acceder al puerto de la Hiruela, con 1.478 metros de altura, que nos recibe con su bloques de pizarra tan característicos de la zona.
Descendemos el puerto y una vez superado la población de la La Hiruela, seguimos el curso del arroyo de la Fuentecilla, donde tendremos un fantástico lugar para detenernos si queremos hacer un picnic junto al arroyo, el Molino Harinero.
Un poco más adelante cruzaremos el río Jarama y nos introduciremos durante unos kilómetros por la provincia de Guadalajara, por un tramo que alterna prados con explotación ganadera (ojo a la presencia de ganado vacuno en la carretera) con un espeso robledal que envuelve el trazado.

Volvemos a la Comunidad de Madrid atravesando de nuevo el río Jarama, justo en el punto de acceso al famoso Hayedo de Montejo, uno de los más meridionales de Europa, declarado como Patrimonio Natural de la Humanidad y el punto de mayor atracción turística de la Sierra del Rincón.

Iniciamos el corto ascenso al puerto de El Cardoso, de 1.358 metros de altitud, por una sinuosa carretera de curvas enlazadas y con pretiles de piedra que nos protegen de una posible salida de pista al río Jarama.
Descenso por un precioso bosque robledal hasta Montejo de la Sierra y continuamos hasta la localidad de Prádena del Rincón.
A la salida del pueblo nos encontramos con la zona conocida como Frente del Agua, donde batallaron ambos bandos durante la Guerra Civil por dominar los estratégicos embalses de Puentes Viejas y El Vado que abastecen la ciudad de Madrid; junto a la carretera podemos ver, detenernos y visitar algunos de los bunkers que usaban los combatientes durante la cruel contienda.

Llegamos a la presa de Puentes Viejas con su característico semáforo, pues su estrecha anchura no permite la circulación de vehículos en ambos sentidos al mismo tiempo y una vez atravesada la presa seguimos al sur por una sinuosa carretera con toboganes.
Es el momento de hacer la parada gastronómica para avituallarnos con el plato típico de la región, un completo cocido madrileño que hace las delicias en los frescos días invernales.



Para terminar el día, ya solo queda hacer el muy motero tramo de bajada hasta Torrelaguna y habremos terminado esta muy completa ruta de unos 150 kilómetros.
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