Rodar por Gredos en diciembre y justo después de haber pasado una DANA por el norte y centro de la península ibérica puede sonar a un episodio de locura, pero ciertamente las previsiones daban unos días de calma después de la tormenta y un buen motero tiene que aprovechar para salir de ruta en una de las últimas ocasiones antes de finalizar el año.
El punto de encuentro lo fijamos en el estratégico y conocido puerto de la Cruz Verde, para tomar un café antes de comenzar la ruta; previamente y puesto que ha salido con tiempo desde casa, me acerco al cercano mirador de Angel Nieto para presentar mis respetos al 12+1 y aprovechar las vistas al monasterio de El Escorial y al monte Abantos.


Nos ponemos en marcha, negociando las primeras curvas del día bajando el puerto hacia Robledo de Chavela para continuar hacia Valdemaqueda y buscar el desvío, ya en tierras abulenses, al camino forestal que nos lleva hacia las Navas del Marqués.
Se trata de una pista asfaltada de unos 10 km que discurre por un bello pinar y diferentes prados donde pasta libremente el ganado vacuno y salpicada de decenas de trampas en forma de raíces de los árboles que levantan el asfalto y que requiere ir atentos a la conducción para evitar los abultados e imprevistos baches en forma de pequeños montículos en el asfalto.
Nos dirigimos a Cebreros, accediendo a través de Hoyo de Pinares, por una carretera 100% motera de buen asfalto y múltiples curvas, si bien todavía existen manchas de humedad en la carretera, que nos exigen ser prudentes a la hora de negociar la entrada y salida de las curvas para evitar imprevistos, o sea que vamos sin forzar la frenos y sin apretar el acelerador, haciendo lo que se conoce en el argot como “deja correr la moto y pilota fino”.
Atravesamos Cebreros y continuamos hacia el embalse del Burguillo para iniciar el conocido tramo motero que linda el embalse en su cara norte, donde el escaso tráfico, algo raro en fin de semana y el asfalto en perfectas condiciones nos permite realizar el tramo de forma alegre hasta Navaluenga.
Parada para repostar una de nuestras monturas e intercambiar impresiones sobre la primera parte del día y sobre todo de la extraordinariamente alta temperatura reinante para ser el mes diciembre, pues se muestran los 19º en el termómetro de las motos.

Tenemos la duda si empezarnos a quitar capas de ropa o si aguardamos a subir a la cumbre de Gredos, pues lo lógico es que allí la temperatura sea considerablemente mas fresca, de manera que decidimos esperar a ver como evoluciona el mercurio.
Atravesamos Burgohondo para dirigimos hacia Serranillos y ascender el puerto de dicho nombre; la carretera hacia el puerto se hace en una primera parte por el interior de bosques de robles, algunos todavía con hojas amarillas en sus ramas y otros ya desnudos, cuyas hojas se han depositado en el asfalto y que obligan a extremar la precaución, pues al ser cara norte, todavía el sol no ha secado la humedad del asfalto en este tramo y se convierte en una zona delicada.
Llegamos a la cima del puerto situado a 1.575 metros de altura, donde la elevada temperatura nuevamente nos sorprende, por lo que decidimos hacer parada en la cumbre, quitarnos ropa de abrigo, amena charla junto con otro pequeño grupo de motoristas que hay aparcados y realizar las fotos de rigor.



La bajada por la cara sur de este espectacular puerto y su trazado nos ofrece unas preciosas vistas del verde valle del Tiétar y de la propia sierra de Gredos.


Llega el momento de comer y lo hacemos en Pedro Bernardo, donde ni tan siquiera miramos la carta, pues los primeros platos que nos cantan de viva voz, ya nos hacen la boca agua…. migas, setas a la plancha, croquetas de boletus y torreznos, todo para compartir y que junto con unas tartas caseras de postre son más que suficiente para calmar nuestros hambrientos estómagos

No podemos demoramos en exceso, pues los días son cortos y queremos aprovechar las horas de luz invernal que quedan; decidimos dirigirnos al valle de Tiétar, en dirección hacia La Iglesuela, ya en la provincia de Toledo, y a través de una auténtica “pista de karts” con perfecto asfalto y curvas y mas curvas de baja y media velocidad que hacen las delicias del grupo, llegamos a Navamorcuende.
A la salida del pueblo, iniciamos la ascensión a la sierra de San Vicente a ritmo tranquilo, para disfrutar de sus bosques de robles a la subida y de castaños a la bajada.
Buscando el este y con la luz solar a nuestra espalda, nos dirigimos a Pelahustán para coger la carretera M-548, una tramo de cerca de 20 km que termina en la madrileña población de Cenicientos.
Se trata posiblemente de la mejor carretera trail de la Comunidad de Madrid, estrecha, sin arcenes, con asfalto roto y tramos con grava, muy técnica sin duda. Y además rodeada en casi todo su recorrido por un frondoso encinedo.
Última parada para comentar los pormenores del exigente tramo trail recién recorrido y nos preparamos para afrontar la parte final de la ruta, pues los rayos de sol son ya un bien escaso y no debemos demorarnos.

Partimos hacia Cadalso de los Vidrios y continuamos hacia Aldea del Fresno, para terminar el completo tramo de curvas en Chapinería; ya se nos ha echado la noche encima y es hora de volver a casa por la autovía de los pantanos.
Una muy completa y variada ruta de cerca de 400 km en la que nos ha acompañado un caluroso día de diciembre y que hemos disfrutado a fondo.
Deja una respuesta